Las cuatro dimensiones de desatan tu potencial

¿Cómo alinearlas con una visión estratégica?

 

Por Adrián Rojas

“Conócete a ti mismo” — Sócrates.
Un consejo milenario que, en pleno siglo XXI, sigue siendo la brújula de todo líder que quiere dejar huella.

Cuando acompañamos a un líder o profesional a potenciar su impacto, casi siempre descubrimos lo mismo: la persona ya tiene piezas valiosas en sus manos… pero no sabe cómo encajarlas.
Este modelo nos invita a mirar esas piezas como dimensiones estratégicas. Hoy quiero que exploremos cuatro de ellas, no como teoría, sino como un mapa vivo de tu poder personal y profesional.

  1. Lo que sabes: Tu arsenal invisible

Piensa en tu mente es una biblioteca en donde en cada estante hay libros que representan tus conocimientos.  Desde aquella lo que lograste estudiando una carrera, una certificación o un curso, hasta las lecciones aprendidas de todos tus fracasos.

A menudo olvidamos que nuestro “expertise” no es solo un título universitario. Son los idiomas que hablas, las herramientas que dominas, los modelos mentales que aplicas casi sin pensar.
Un ingeniero que sabe contar historias o un médico que entiende de coaching tienen una ventaja competitiva increíble, porque cruzan aspectos que rara vez se mezclan.

Conozco a una diseñadora gráfica que, al aprender sobre neurociencia y coaching, multiplicó por tres las ventas de sus clientes. No cambió de profesión; expandió el horizonte de su saber.

  1. Lo que puedes hacer: El músculo de tu ejecución

Aquí hablamos de habilidades tangibles; se trata de lo que pones en acción cada día sin ser muy consciente de ello.
Pregúntate: ¿cómo es tu estilo para actuar? ¿Eres rápido y resolutivo como un bombero, o metódico y constante como un jardinero? Ambos estilos pueden ser poderosos, siempre que se alineen con tu objetivo.

“La visión sin acción es un sueño. La acción sin visión es una pesadilla.” — Proverbio japonés.

Tengo un amigo que tenía una visión clara de mercado, pero que no sabía liderar equipos diversos, por lo que se quedaba en el puro PowerPoint. Con un poco de coaching, se convirtió en un líder que escucha, adapta y mueve fichas en tiempo real convierte las diapositivas en resultados.

  1. Las personas que conoces: Tu red de oxígeno

Tu talento florece o se marchita según el terreno en el que lo plantes. Ese terreno son tus relaciones. Aquí entra en juego tu capital relacional.  Esto corresponde a tus colegas, mentores, aliados, clientes, e incluso esos contactos “dormidos” que pueden despertarse con una llamada estratégica.

Un contacto no es solo alguien que te puede ayudar; es también alguien a quien puedes impulsar. Las redes más sólidas se construyen con reciprocidad.

Una emprendedora que conocí en mi país fue invitada a un panel internacional y tomó fama, gracias a una excompañera de universidad con la que no hablaba hacía cinco años. Un contacto virtual reactivó un vínculo que cambió su vida y negocio.

  1. Lo que tienes: Tus palancas visibles y ocultas

No subestimes tus recursos. A veces creemos que no tenemos “lo suficiente” porque miramos solo el dinero y bueno… No todos tenemos la cuenta bancaria tan alta como quisiéramos. Pero quiero decirte que tus recursos incluyen todos tus conocimientos tecnológicos actuales y los que puedas actualizar, procesos mejorados en tu forma de trabajar, cultura personal y de negocio, pero más importante tu reputación y credibilidad.

“Haz lo que puedas, con lo que tengas, donde estés.” — Theodore Roosevelt.

Un pequeño lugar de servicios de impresión que conozco ganó un contrato millonario no por tener la oficina más grande, sino por su reputación de cumplir siempre a tiempo. Eso vale más que cualquier campaña de mercadeo online.

El punto clave

Estas dimensiones no funcionan como compartimentos aislados.
Se potencian entre sí:

  • Lo que sabes influye en lo que puedes hacer.
  • Lo que puedes hacer se multiplica con las personas que conoces.
  • Lo que tienes amplifica tu capacidad de ejecutar.

El reto está en alinearlas con una mirada estratégica, un enfoque en el que todas vayan hacia la misma dirección.

Y aquí te dejo un ejercicio rápido:

  1. Haz una lista de tus conocimientos clave.
  2. Anota tus tres habilidades más potentes para ejecutarlos.
  3. Mapea tus relaciones de alto valor.
  4. Enumera los recursos tangibles e intangibles que hoy puedes usar.

Míralo como un tablero: ¿cuáles piezas puedes mover ahora mismo para avanzar?

Querido amigo y querida amiga, desarrollar tus fortalezas no es inflar el ego. Es reconocer tu valor real, ponerlo en juego y crear impacto.
Como diría Peter Drucker:  “La mejor manera de predecir el futuro es crearlo.”

 

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