Escucha afectiva y efectiva

Escucha afectiva y efectiva

 

Por Adrián Rojas

Esta semana quiero continuar con serie de Relaciones en el el Ambiente de Trabajo

Mi intención es que puedas llevar tus relaciones en el trabajo al siguiente nivel. El tema de hoy es la escucha efectiva y afectiva

No hay nada que nos haga sentir más valorados que ser escuchados. Más que una cortesía, la escucha es un acto de reconocimiento. Nuestro trabajo generalmente representa un constante cumplimiento a un ritmo acelerado, con agendas llenas, notificaciones y reuniones constantes, así que escuchar se ha vuelto un lujo en la vida profesional, cuando más bien debería ser el punto de partida de todas nuestras acciones.

Necesitamos ser más conscientes de una de las herramientas más poderosas, silenciosas y subestimadas: la escucha afectiva y efectiva.

¿Estás oyendo o estás escuchando?

Siempre que vas a una conferencia o taller en el trabajo y hablan de este tema, es lo primero que escuchas. Y aquel capacitador o conferencista continúa diciendo “La mayoría de las veces creemos estar escuchando solo porque oímos palabras”. Posiblemente lo has oído varias veces, sabes que es cierto a nivel cognitivo, pero te cuesta implementarlo.

La realidad es que se trata de un asunto de ansiedad opinar en algunos casos y de no darle importancia en otros, a veces la ansiedad te lleva a tratar de corregir lo que el otro dice, perdiéndote la oportunidad de entender y observar desde otra perspectiva.  He estado en reuniones y conversaciones donde claramente puedo notar que no importa lo que diga, ya la persona tiene una decisión, solo está buscando una justificación para establecerla como ley.

Para los que tenemos una mente creativa la tentación más grande a vencer siempre será responder rápido o resolver con eficiencia. Pero a veces, lo que la persona necesita más allá de la solución, es comprensión.

Toda oficina es un escenario emocional en la industria de la confianza.

Hay silencios en los pasillos que gritan más que un informe de resultados. Hay correos que parecen neutros, pero cargan frustración. Hay juntas donde lo importante no es lo que se dijo, sino lo que nadie se atrevió a mencionar.

Por eso escuchar es un arte, porque requiere leer entre líneas, sentir el contexto, mirar más allá de las palabras.

Escuchar también es observar.

¿Por qué es tan difícil escuchar bien en el trabajo?

Como coach  y como director de estrategia y desarrollo organizacional me he dado cuenta de que todo gira alrededor de algo que se llama “Temor”, desgraciadamente a todo ser humano  adulto le da vergüenza decir “Tengo miedo, no se cómo”.  Especialmente cuando todos parecen hablar en un mismo lenguaje y nosotros no entendemos.

A veces hay miedo de abrir una conversación y no saber cómo terminará, dígamelo a mí que la mayoría de mis conversaciones son 100% confrontativas. He visto que hay miedo de que escuchar al otro implique cambiar de opinión, ceder poder, flexibilizar una estructura. De que, si escuchamos mucho, perdamos el valioso tiempo de trabajo que debamos empezar de nuevo.

PeSin embargo quisiera asegurarte que escuchar no debilita, solo humaniza. Desarrolla relaciones legítimas. Así que tenemos que tomar una decisión, queremos tener como objetivo tener la razón, o nuestro objetivo es entender para poder responder adecuadamente.

Escuchar revela talentos ocultos, conflictos no dichos, ideas brillantes que no se expresaron por temor. Revela emociones que afectan el rendimiento más que cualquier indicador, y lo más importante, nos mantiene siendo humanos en estos días de Inteligencia Artificial.

Un equipo que se escucha, que se construye, desarrolla una cultura de mejora y confianza. Es un equipo que profundiza en la colaboración y no en la competencia. Pero lo más importante, es un equipo en donde no existe el ausentismo emocional.

Escuchar, entonces, no es solo una habilidad blanda, es una estrategia de cultura organizacional.

Quisiera compartir contigo tres prácticas para cultivar la escucha en tu entorno laboral

  1. Pausa antes de responder
    No respondas por reflejo. Respira, escribe,  repite lo que entendiste, y pregunta: “¿Es eso lo que quisiste decir?”
  2. Mira el cuerpo, no solo las palabras
    El tono, los gestos, las pausas. A veces el cuerpo dice lo que la boca calla.
  3. Escucha lo que no se dijo
    ¿Qué tema evitó tu colaborador? ¿Qué emoción parecía asomarse, pero no se nombró?

Escuchar no te quita tiempo. Te ahorra problemas. Una reunión bien escuchada previene una crisis. Un feedback bien escuchado detona un cambio. Un “¿cómo estás?” dicho con intención puede evitar una renuncia silenciosa. Para esto no necesitas ser psicólogo, solo necesitas convertirte en “SER HUMANO” porque escuchar es abrir espacio, especialmente cuando hay espacio sale lo que estaba atrapado en el corazón y esto implica nuevas ideas, soluciones colaborativas, empatía y sentido de pertenencia entre otras.

Es aquí donde agregamos otro ingrediente a la cultura que estamos construyendo, me refiero al compromiso. Porque cuando me escuchas, me importas. Y cuando me importas, te sigo.

Quiero dejarte un desafío para esta semana que incia.

Durante esta semana, elige al menos una reunión (grupal o individual) en la que te propongas escuchar y asegurarte de que de verdad entendiste lo que hay en la mente de los demás.

No interrumpas o completes frases. Solo escucha.

Y cuando termine la conversación, hazte esta pregunta:

“¿Qué cambió en mí después de escuchar profundamente a esta persona?”

Si quieres ir más lejos, anótalo. Verás cómo escuchar también te transforma a ti.

 

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