Conexión efectiva y afectiva

Conexion afectiva y efectiva

 

Por Adrián Rojas

No te ha pasado que estás motivado en el inicio de semana con una buna taza de café y de pronto uno de los líderes a tu cargo se acerca a tu escritorio con una sonrisa que parece más una armadura que una bienvenida. Solo de ver a esa persona entra como una tensión extraña en el ambiente. Con los últimos cambios que has motivado en su área, su equipo ya está mostrando signos de resistencia y ¿cómo sabemos eso? Hay una serie de señales: silencio en las reuniones, correos fríos, y una productividad que ya no es la misma. ¿El motivo? Nadie se siente seguro de hablar con este manager y aparentemente por mi culpa.

En temas pasados de esta serie he dicho: las relaciones laborales no son un lujo, ni algo opcional. Son la red invisible que sostiene la colaboración, la innovación y el bienestar en cualquier equipo. Y en un momento en que la empresa quizá necesita una serie de cambios simultáneos, sentimos la presión por resultados mientras tenemos que seguir produciendo como si estos cambios no existieran.  Es posible que esta tensión auque normal puedan aislar a las personas. Así que quiero compartir contigo siete factores de éxito para que tus concexiones laborales no sean solo efectivas, sino afectivas.

1. Las relaciones laborales no son tareas, son conexiones

Las tareas se podrían administrar con una aplciación tecnológica, una relación laboral saludable parte de reconocer a la otra persona como un ser humano, no como un recurso. Eso significa escuchar con presencia, validar emociones, respetar tiempos y saber cuándo un "¿cómo estás?" sincero puede cambiar un día entero.
La conexión efectiva empieza en lo humano, no en lo operativo y esto requiere de que sea afectiva. Las mejores ideas muchas veces nacen de conversaciones informales, de gestos sencillos que transmiten confianza.

2. Distinguir relaciones productivas de relaciones confortables

No todas las relaciones agradables son útiles. A veces, una dinámica cómoda encubre falta de honestidad o evitación de conflictos. Una relación laboral madura es aquella donde se puede disentir con respeto, retar ideas sin atacar personas y construir sinergia sin necesidad de adulación. No se trata de una carrera de competencia para mostrarte a tu superior o al CEO, más bien se trata de conectar para colaborar y hacer juntos.
No es más productivo quien evita los conflictos, sino quien sabe enfrentarlos con altura. A veces, una conversación incómoda bien llevada puede salvar un proyecto entero.

3. Seguridad psicológica

Cuando las personas sienten que pueden equivocarse sin ser humilladas, proponer ideas sin ser juzgadas y ser vulnerables sin ser usadas en su contra, florecen. Google identificó la seguridad psicológica como el factor más importante en los equipos exitosos dentro de su compañía. ¿Esto es algo que estás promoviendo en tu entorno o ni siquiera tu tienes seguridad psicológica?
Crear un clima de seguridad no requiere grandes inversiones, sino pequeñas decisiones diarias, comienza con no ridiculizar, no lucirse siempre con la mejor solución, a veces es mejor preguntar en lugar de subestimar.

4. Empatía no es debilidad, es estrategia

Conectar con empatía no significa ceder ante todo. Significa entender qué mueve al otro, qué le frustra, qué necesita para dar su mejor versión. Y esa información vale más que cualquier KPI, porque permite construir acuerdos reales.
Piensa en esto, las personas no renuncian a empresas, renuncian a sistemas que no son afectivos aunque sean efectivos. Y un líder  o un empleado empático no es quien evita la exigencia, sino quien combina exigencia con comprensión.

5. Establecer límites sanos, también construye confianza

No hay confianza sin límites claros. En una cultura laboral sana, podemos hacer la diferencia entre sistemas autoamtizados y las realidades de cada persona, es mejora hablar con honestidad que prometer algo que no puedes cumplir.  Establecer límites protege la relación a largo plazo, previene el resentimiento y permite que las colaboraciones sean sostenibles.
Los equipos más saludables no son los que hacen más, sino los que saben como sostenerse emocionalmente, esto es parte del alto rendimiento.

6. Aprender a pedir perdón rsponsablemente

Me acuerdo que perdí a un colaborador brillante. No porque tuviera un mal salaraio o tuviera mejores ofertas de otras empresas, sino porque yo no supe como escuchar y conectar. Creía que dar feedback era suficiente, pero nunca le pregunté cómo se sentía. Cuando renunció, me dijo: "Nunca sentí que importara más que mis resultados". Desde entonces, aprendí que pedir perdón al menos para mí es parte escencial de mi liderazgo.
Hoy, en cada retroalimentación que doy, primero pregunto: "¿Cómo estás con esto?". Porque liderar es también cuidar.

7. Pasar de la independencia a la interdependencia.

En los equipos exitosos, nadie gana solo. El aislamiento es uno de los enemigos silenciosos de la productividad y el bienestar. Fomentar la colaboración consciente, que al mismo tiempo respeta la autonomía pero abraza la conexión viene a ser clave para construir relaciones laborales duraderas y potentes.
La interdependencia no es lo mismo que la codependencia; mientras esta última genera agotamiento y confusión de roles, la primera multiplica capacidades y celebra las diferencias. Trabajar juntos no significa pensar igual, sino aportar lo mejor de cada uno al objetivo común.
En mi experiencia, los mejores momentos de un equipo surgen cuando alguien dice: "No tengo todas las respuestas, pero estoy contigo". Esa es la base de una relación sólida, esto porque la confianza de sabernos acompañados, sin perder nuestra voz individual es vital para tener un equipo de alto rendimiento.

Pinesa en esto...

En el fondo, trabajar es convivir. Y convivir requiere más que agendas y entregables, necesitamos ser humanos. Tal vez el próximo gran salto de nuestra empresa no venga de una nueva herramienta, sino de una antigua sabiduría: "Tratar al otro como quermos que nos traten a nosotros".
Si hoy no sabes por donde empezar el cambio, quiero decirte que toda transformación comienza con la cultura organizacional, y la cultura parte de una conversación valiente. ¿Con quién necesitas hablar hoy?

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