El lenguaje de la eficiencia
Un enfoque equilibrado entre información y relación
Tengo todavía claro en mi mente el momento en que entro a una reunión con un socio estratégico. Creía estar listo, tenía datos, gráficos, un plan impecable… y, sin embargo, en los primeros cinco minutos me di cuenta de que había una total desconexión. Nos miramos uno al otro y sabía que no estábamos fluyendo en la conversación. ¿Qué pasó? No es la estrategia, no es el producto… es la comunicación. Y es justo eso lo que hoy vamos a tratar.
Durante años he trabajado con equipos, líderes y visionarios como muchos de ustedes, y hay algo que aprendí fácilmente y es que la comunicación no es una herramienta, es la base de todo lo que hacemos. Pero no todos nos comunicamos igual, y ahí es donde comienza la magia.
Pensemos en dos líderes de una misma empresa:
El líder al que llamaremos “A” entra a una reunión y va directo al grano. “Cifras, resultados, decisiones”. Su tiempo es oro y no está para rodeos.
El líder “B” antes de hablar de números, quiere saber cómo está el equipo, conectar con la gente, asegurarse de que todos se sientan valorados.
Ahora les pregunto: ¿quién tiene razón? ¿Quién se comunica mejor? La respuesta es simple: los dos. Pero si no entienden cómo interactuar uno con el otro, es como si hablaran idiomas distintos.
Existen individuos que están más orientados a las tareas y otros a las personas. Hagamos un pequeño ejercicio: Piensa en la última reunión que tuviste. ¿Se sintieron más cómodos hablando directamente de la tarea o asegurándose de que la conexión con el equipo estuviera primero? Analiza las palabras y las expresiones, los gestos y la emocionalidad.
Si te lograste ubicar y has notado que eres una persona más enfocada en las tareas, mi recomendación es que en cada conversación que tengas, no te lances de inmediato a los números, los datos e informes. Un simple “¿Cómo están?” al inicio puede marcar la diferencia.
No se trata solo de dar y recibir información, sino de mostrar que te importan las personas que están envueltas en todos esos datos e informes. Muestra que eres consciente de a quienes afecta positiva o negativamente la información que vas a dar. Podrías usar historia para mostrar tu empatía, los datos convencen, pero las emociones conectan.
Ahora, que si eres más de relaciones y no te interesan mucho los datos, no creo que las cosas te vayan a funcionar si no tienes claridad. Tal vez me dices ¿Claridad en qué?
Te invito a mostrar claridad en tus objetivos, por supuesto que la conexión es clave, pero la conexión debe llevar a la acción.
No tengas temor, ni evites las conversaciones difíciles, es necesario cuidar la relación sin esquivar la verdad y los datos que son vitales.
Te pongo un ejemplo de algo que he venido trabajando con algunos líderes. Mi trabajo consiste en este caso en optimizar procesos, eliminar cuellos de botella y automatizar todo aquello que sea repetitivo. Si yo decido enfocarme solo en la parte técnica, sería fácil hacerlo con Inteligencia Artificial, pero el lenguaje de la eficiencia va más allá de datos, mediciones y recetas. Quienes participan en la estrategia, quienes hacen que el proceso sea eficiente, quienes pueden poner todo su conocimiento y experiencia para que se cumpla el objetivo son las personas, y si estas no están motivadas, si se resisten o no comprenden lo que se está haciendo, no habrá eficiencia.
He notado como después de una sesión de coaching, dos horas después recibo un correo lleno de ideas, soluciones y me han dicho, estoy emocionado con esto, sigo investigando, se que lo vamos a lograr.
¿Qué pasó?
Utilicé el lenguaje de la eficiencia que le da un alto valor a la relación.
Hablando de historias, les cuento una: en una ocasión, estaba asesorando a un CEO que tenía problemas con su equipo. Su enfoque era 100% tarea, pero tenía un equipo altamente orientado a las relaciones. Me dijo: “No entiendo por qué se resisten tanto a mis decisiones, yo solo quiero que avancemos rápido.” Cuando le expliqué que su equipo necesitaba sentirse parte del proceso y no solo receptores de órdenes, todo cambió. Aplicamos pequeñas estrategias de adaptación y, en cuestión de semanas, la dinámica del equipo mejoró notablemente.
Si hay algo que quiero que recuerden de este artículo, es que la comunicación no es lo que dices, sino lo que el otro entiende. Y entender a los demás requiere observar, escuchar y adaptarse.
Los grandes líderes no son los que imponen su estilo, sino los que aprenden a conectar con cada persona en su propio lenguaje.
Ahora quiero hacerte una pregunta directa: ¿estás listo(a) para transformar la forma en que te comunicas y llevar tus negocios y relaciones al siguiente nivel?
Quédate conmigo, trata de estar atento(a) al próximo evento de “La magia de la comunicación en el liderazgo” ¡No te lo pierdas!
Adrian Rojas
Master Coach y Consultor Empresarial.
empresarial@cslat.net